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martes, 13 de agosto de 2013

Los animales más mortíferos del planeta


Una de las costumbres más típicas de todos los biólogos es la de hacer listas, de cualquier tipo: las especies más emblemáticas, las de los nombres más curiosos, las proteínas más importantes, los lugares de mayor biodiversidad... Se trata de una forma fácil y rápida de dar, en un sólo vistazo, mucha información. A fin de cuentas, la naturaleza es realmente diversa y a los biólogos les gusta que se sepa.

1 — El mosquito
Siendo puntillosos, no se trata de una especie. Incluso la mayoría de especies de este grupo no provocan más que una pequeña molestia, picores y una hinchazón. Pero algunos de ellos son vectores de otras enfermedades. Al picar, introducen parásitos que son los que realmente pueden suponer graves problemas. Por ejemplo la malaria, que se transmite por la picadura del mosquito anofeles y provoca cada año más de dos millones de muertes

2 — Cobra Asíatica (Naja naja)
Hay otras serpientes cuyo veneno es más tóxico, pero no las hay que sean responsables de más muertes al cabo del año. Cada año mueren más de 10.000 personas por picaduras de este animal.


3 — Avispa de Mar (Chironex fleckeri)
A pesar de su nombre, no se trata de un insecto sino de una medusa. En concreto una cubomedusa (Cubozoa), el grupo de medusas más venenosas, con esta especie a la cabeza. Este animal, que tiene el tamaño de una ensaladera, cuenta con 60 tentáculos. En cada uno de ellos hay 5.000 células urticantes (cnidocito), con toxina suficiente para matar a 60 seres humanos.

 
4 — Gran Tiburón Blanco (Carcharodon carcharias)
Es cierto que este animal tiene muy mala fama, debido sobre todo a la televisión y el cine. Pero si pensamos que puede llegar a medir seis metros de largo, tiene 3.000 dientes, y cuando detecta sangre en el agua entra en un estado de frenesí, podemos entender su puesto en cualquiera lista de este tipo.



5 — León (Panthera leo)
Hay varios factores que hacen de esta especie uno de los mejores cazadores de la naturaleza. No es el más veloz, pero sí uno de los más resistentes. Y además muy buen estratega. A eso hay que sumarle grandes colmillos y afiladas garras. Con todo ello se consigue el felino más mortífero.

 
6 — Cocodrilo
De nuevo, se trata de un grupo de especies y no de una sóla. Pero es muy difícil elegir cuál es el más peligroso entre estos reptiles. A unas mandíbulas muy poderosas se suma el hecho de ser un depredador muy astuto: se queda flotando, camuflado para parecer un tronco y cuando una presa está cerca...


 
7 — Elefante
En contra de lo que podríamos pensar, cualquiera de las especies de elefante son muy peligrosas. De hecho, más de 500 personas mueren cada año a causa de este animal, de manera directa. A este número habría que sumarle las que se producen durante estampidas o accidentes.




8 — Oso polar (Ursus maritimus)
Este animal nos puede parecer muy entrañable. Sin duda, es una de las especies más carismáticas. Pero conviene no encontrarse entre una madre y su cría. A fin de cuentas, su dieta se basa principalmente en elefantes marinos y focas barbudas, lo que nos da una idea de sus capacidades como depredador.

9 — Búfalo Africano (Syncerus caffer)
A este animal también se le conoce como búfalo cafre. Cuando se encuentra con un depredador, su estrategia de defensa consiste en correr hacia él. Eso significan 900 kilos de peso en carrera, con una cabeza terminada en dos puntas afiladas por delante. Y lo habitual es que lo haga en estampida, con el resto de su manada.

10 — Rana flecha azul (Dendrobates azureus)
Ya desde un primer vistazo, este animal advierte de su toxicidad con sus vivos colores. Cada uno de estos individuos produce suficiente veneno para matar 10 seres humanos. La sustancia que produce es conocida como okopipi, y las poblaciones de la selva de Sipaliwini en Surinam la usan para impregnar sus flechas y dardos.






La piraña que muerde más fuerte que un Tiranosaurio




En Biología se utilizan muchas veces los “récords” de ciertas especies para entender mejor y poder explicar ciertas características de los animales. Qué animales son más rápidos, cuáles los más fuertes, o los más pesado, de cuáles hay más en el planeta... El último ejemplo es el premio al pez con la mordedura más potente, que en este caso comparten dos especies: la piraña negra (Serrasalmus rhombeus) y la extinta piraña gigante (Megapiranha paranensis).
Hay dos factores importantes a tener en cuenta cuando se habla de estos récords. Por una parte, cómo se hacen las comparaciones. En este caso, lo que se ha hecho es calcular la fuerza de la mordedura en función del tamaño del animal. Evidentemente, un animal más grande tendrá más potencia de mordedura. Pero estas dos especies son capaces de imprimir una fuerza con sus mandíbulas más de 30 veces superior a su propio peso.

La segunda consideración es con quién se compara. Para realizar el artículo los datos empleados eran de peces. Pero esto no hace que el récord sea menor, ya que entre los competidores están todas las especies de tiburón, incluida una extinta que se depredaba sobre ballenas, y los placodermos devónicos, el equivalente en peces a los grandes dinosaurios.
Y aunque no se hayan usado los datos para la publicación, los investigadores han comparado la mordedura de la piraña con la de algunos dinosaurios. Teniendo en cuenta lo difícil que resulta comparar animales tan distintos, unos terrestres y los otros acuáticos, siguen ganando las pirañas. Incluso el más famoso de los grandes dinosaurios depredadores, el Tyrannosaurus rex, imprimía menos fuerza en sus mordiscos.
Este estudio aporta datos muy interesantes sobre la biología y la forma de vida de las pirañas. Desde hace tiempo se sabe que estos animales son voraces depredadores, pero aún no había datos sobre cómo cazaban, ni cómo o por qué habían evolucionado de la manera en que lo habían hecho.
El secreto de la potencia del mordisco de estos peces se encuentra en dos lugares. Por una parte en la mandíbula, que tiene una estructura y un ángulo que maximizan la fuerza. Pero sobre todo está en la musculatura que acompaña a estos huesos, que no tiene comparación en ningún otro animal.

Hay otra conclusión que se puede obtener de los datos. Y es algo que quedaba pendiente de explicarse desde hace mucho tiempo. Las pirañas son capaces de depredar sobre animales mucho más grandes que ellas. De hecho, sus presas son tan grandes que no deberían poder atacarlas. Según la teoría biológica, los animales cazadores tienen un límite de tamaño de sus presas. Cuando sus víctimas son demasiado grandes, corren mucho peligro y no les merece la pena.
Sin embargo, las pirañas cazan animales por encima de ese límite teórico. Y lo consiguen gracias a la potencia de su mordedura, y a la velocidad con la que lo hacen. Gracias a estos dos factores son capaces de arrancar partes importantes de sus presas con un único y veloz ataque, minimizando los riesgos.
De hecho, durante gran parte de su vida se alimentan de las aletas de otros peces y de extremidades de animales acuáticos. Esto también sirve para explicar por qué necesitan una mandíbula tan potente, para poder cercenar los huesos de las extremidades de manera completa y alejarse antes de que sus víctimas puedan reaccionar.

Los animales salvajes están transmitiendo la enfermedad del sueño en África

Imagen de Glossina morsitans, mosca Tse-Tse. Por Alan R Walker, via Wikimedia Commons

Una enfermedad bastante conocida y contra la que se lleva luchando mucho tiempo es la enfermedad del sueño. Se trata de una infección provocada por protozoos, pequeños animales unicelulares, del género Trypanosoma. Hasta ahora, la lucha contra esta enfermedad se centraba en evitar los contagios entre humanos. Pero según un estudio reciente esta estrategia no es suficiente, ya que los animales salvajes pueden pasar la enfermedad a los seres humanos.
La forma en que los tripanosomas llegan a los humanos se conoce desde hace mucho tiempo. Utilizan a un animal como vector, que transporta el parásito desde una persona infectada hasta otra sin sufrir las consecuencias. En este caso, el vector es la conocida como mosca tse-tse (género Glossina). En realidad se trata de mosquitos, que al absorber sangre de una persona infectada también cogen protozoos, y los inyectan con la siguiente picadura.

Al estudiar con detalle los planes de erradicación de la enfermedad, los científicos se encontraron con un hecho difícil de explicar. En regiones donde no existían casos de enfermedad del sueño esta dolencia estaba volviendo a aparecer. Si la infección pasaba de persona a persona, utilizando como transporte a la mosca tse-tse, esto no era posible. Las distancias que pueden recorrer estos insectos no son tan grandes como para explicar el resurgimiento.
Había aún otro hecho que no se conseguía explicar. En zonas de reserva de fauna, en las que las poblaciones humanas entraban en contacto más directo con animales salvajes, la enfermedad estaba rebrotando con fuerza. Esto, a pesar de no existir casos de humanos infectados desde hace mucho tiempo.
Por tanto, algo fallaba en la explicación oficial. Analizando datos de distintas campañas de búsqueda y tratamiento de la enfermedad, dieron con la respuesta. Distintas especies de fauna salvaje servían como reservorio de la enfermedad, hospedando al parásito. Cuando entraban en contacto con la mosca tse-tse, esta volvía a ejercer de vector. En este caso, entre especies.

La razón por la que no se había detectado este factor hasta ahora es porque se pensaba que ambas dolencias, la enfermedad del sueño en humanos y la de los animales, estaban provocadas por agentes infecciosos distintos. Es decir, aunque la enfermedad diese los mismos síntomas en humanos y animales, unos no podían transmitirle la enfermedad a los otros.
Gracias a este estudio ha cambiado la manera en la que se entiende la enfermedad, y por lo tanto la manera de tratarla. Las nuevas estrategias de control de la enfermedad pasarán por tratar las infecciones tanto en humanos como en animales salvajes, y se pondrá especial cuidado en las zonas de reserva. Con ello, se espera poder reducir el número de casos, o incluso hacerlos desaparecer en regiones amplias.
Nueva York, 12 ago (EFE).- Beber alguna de las más de cien cervezas artesanales que se fabrican en Nueva York es la nueva receta para impulsar la economía estatal que ha prescrito el gobernador del estado, Andrew Cuomo, quien en el pasado ya ha apostado por el yogur griego o el vino local para crear empleo.
"No hay duda de que la industria de la cerveza artesanal de Nueva York está floreciendo y creciendo para producir algunas de las mejores cervezas que se pueden encontrar en todo el país e incluso en todo el mundo", dijo hoy en un comunicado el gobernador del estado.
Cuomo instó a los neoyorquinos a "probar todo lo que nuestras cervezas artesanales tienen que ofrecer" y recordó que estas fábricas "suponen un significativo sector para las industrias del turismo y la agricultura" del estado, por lo que, "si les va bien, también le irá bien a nuestra economía".
Brooklyn Brewery, que lleva desde 1988 fabricando sus famosas cervezas en ese barrio de la ciudad de Nueva York, F.X. Matt Brewing Company, la mayor fábrica del estado y la octava del país, o Brewery Ommegang, famosa por sus cervezas de malta al estilo belga, son algunas de las más conocidas.
Pero el estado también cuenta con nombres menos conocidos como Good Nature Brewing, Cave Mountain Brewing Company o Middle Ages Brewing Company, en el área central del estado y que suponen un atractivo más para visitar esa región, por lo que Cuomo anunció hoy un programa llamado "What's on tap" (Qué hay de barril) para promover el turismo en esa zona.
"La innovación y la atención a la calidad de los ingredientes locales en las cervezas artesanales del estado de Nueva York ha resultado en unos ricos y complejos sabores que compiten con vinos de alta calidad por su característico sabor", aseguró el comunicado del gobernador.
Éste es el último intento de Cuomo de promover el consumo de los productos del estado para impulsar la economía, como ya ha hecho en el pasado con la industria vinícola o la láctea, para lo cual incluso organizó una "Cumbre del yogur" con representantes del sector para sacar provecho al fervor por el yogur griego.
Las distintas operaciones de búsqueda impulsadas por el alcalde de Irsee, Andreas Lieb, no han dado fruto hasta ahora, mientras cientos de curiosos siguen desde el pasado fin de semana el rastreo de la zona en busca del "monstruo del lago", como le denominan algunos medios locales.
Bomberos buscan una tortuga de agua dulce en el lago de Oggenriefer Weiher en Irsee (Alemania). EFEDos niños observan los trabajos de búsqueda de una tortuga de agua dulce en el lago de Oggenriefer Weiher en Irsee (Alemania). EFEEl estanque donde ocurrió la agresión quedó el lunes convertido en un paisaje de lodo, tras decidir Lieb que se vaciara de agua el lago tras abrir las compuertas de canalizaciones vecinas, previo traslado de los peces a otro recinto acuático.
Fue una operación muy mediática, como todo lo que envuelve al animal al que nadie en realidad ha visto, pero que se considera debe ser una tortuga de esa especie y a la que los medios locales han bautizado como "Lotti".
La única certeza es la identidad del atacado, un niño de ocho años, que sufrió el terrible mordisco.
A partir de ahí se ha deducido, por el tamaño de la herida, que debe tratarse de una tortuga-lagarto con un caparazón de unos 40 centímetros y unos 14 kilos de peso.
La exportación y venta de estos reptiles está prohibida en Alemania desde 1999 y se considera que probablemente se trata de una de las 40.000 mascotas que anualmente son abandonadas por sus dueños, coincidiendo con las vacaciones.

lunes, 12 de agosto de 2013

Explican qué hacen los tiburones blancos en Hawaii


Las aguas del archipiélago de Hawaii son conocidas por dar cobijo a un gran número de especies. Se trata, sin duda, de uno de los lugares de los océanos con mayor biodiversidad. Y entre los animales que las habitan está uno de los depredadores más conocidos y que más interés despierta, el gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias). El único problema es que, hasta la publicación de un artículo la semana pasada, no se entendía qué hacía en esas aguas.
Para llevar a cabo su estudio, los autores del artículo han analizado los datos de todos los avistamientos de esta especie de escualo en los últimos años. Ahí surgió la primera dificultad. En muchas ocasiones se confundía a los tiburones blancos con otras especies cercanas, como el tiburón mako (Isurus oxyrinchus).

Para evitar estos errores, decidieron emplear únicamente los datos que perteneciesen sin ninguna duda a tiburones blancos. Con esto podían dejar de lado algo de información, pero el riesgo de equivocarse suponía un problema mayor.
La primera sorpresa fue comprobar que todos los tiburones blancos que se habían encontrado en Hawaii eran animales adultos. De hecho, ninguno de ellos bajaba de los tres metros. Así que no podía tratarse de grupos familiares, que aprovechasen las aguas más calientes de Hawaii para criar.
Pero la estructura de la población, la relación entre machos y hembras, tampoco era común. Las hembras eran vistas durante todo el año, pero a los machos sólo se los podía encontrar de Enero a Junio. Y al estudiar con detalle los datos, la situación era aún más sorprendente. A las hembras sólo se las veía cada dos años. Un año estaban allí, al siguiente no había ninguna, y el tercero volvían a aparecer.

Con toda esta información, los biólogos han podido dar una explicación. Parece que los tiburones blancos utilizan las aguas costeras de Hawaii como “zona de veraneo”. En ciertas ocasiones, estos animales modifican sus rutas migratorias, que pasan cerca de estas islas, y se quedan allí un tiempo. Los machos únicamente fuera de la época de reproducción, y las hembras durante todo un año, aprovechando para alimentarse en unas aguas muy ricas en presas.
Sobre el hecho de que no haya juveniles, la explicación es más compleja. Una opción es que, como los adultos aprovechan estas aguas para alimentarse y coger fuerzas frente a la época de cría, los juveniles no sean bienvenidos. La alternativa pasa porque los adultos migren hasta Hawaii para evitar la competencia con las crías, mejorando las posibilidades de supervivencia.

Los babuínos tienen la habilidad para manejar números

Los seres humanos compartimos muchas características con nuestros parientes evolutivos más cercanos, los primates. Esto significa que muchas de nuestras capacidades tienen un origen evolutivo antiguo, que nosotros hemos ido perfeccionando y sobre el que hemos ido sumando aptitudes. Pero, ¿dónde está el límite?
Un artículo reciente demuestra que una de estas capacidades que tenemos asociadas a nuestra cultura proviene de los simios. Y que nosotros, sobre ella, hemos construido algo más complejo. Se trata de la capacidad para la lógica matemática y el cálculo complejo. La única especie capaz – que se sepa hasta el momento - de realizar este tipo de operaciones somos nosotros. Pero todo ello se asienta en algo más simple, que otras especies cercanas sí tienen: la capacidad de contar.


Siendo estrictos, tendríamos que hablar de la capacidad para la representación de cantidades análogas. Con este término los científicos se refieren a la capacidad para determinar si una cantidad es mayor que otra, especialmente cuando los números son cercanos.
La mejor forma de entenderlo es explicando el diseño del experimento que llevaron a cabo los científicos, y los resultados que obtuvieron. Para llevar a cabo su estudio, los investigadores eligieron a un grupo de babuínos (Papio anubis) que no hubiesen tenido entrenamiento previo ni un contacto continuado con los experimentadores.
De esta manera, sabían que los resultados dependían de las capacidades innatas para entender los números de los animales, y no de entender las expresiones verbales y no verbales de los responsables del estudio. En otros experimentos parecidos los animales acababan decidiendo en función de la actitud de los humanos implicados, y no tanto de las características del experimento.
La primera parte del experimento era sencilla. A cada individuo se le ofrecían dos platos con cacahuetes, y se quedaba con el que eligiese. Las cantidades eran muy distintas, del estilo de dos en uno y siete en otro. En más del 75% de los casos los monos elegían el que más tenía.
Una vez que ya se había establecido que reconocían cuando había mucho y cuando poco, el número de cacahuetes en cada plato se hacía más parecido. De hecho, solía haber un sólo cacahuete de más en un plato, dos a lo sumo. En esta parte del experimento los animales eligieron el plato con más cacahuetes en un 55% de las ocasiones.

La conclusión más interesante del estudio la obtuvieron al comparar los datos de babuínos con los de un experimento similar realizado con niños. El comportamiento de ambos era muy parecido, con una única diferencia: al ir repitiendo el experimento, los niños iban aprendiendo y mejorando sus elecciones, pero los babuínos seguían siempre el mismo patrón.
De esta manera pudieron determinar que la capacidad para la representación de cantidades análogas es algo innato en los babuínos, y algo que se ha mantenido a lo largo de la escala evolutiva. Lo que sí es propio a humanos es la posibilidad de aprender y mejorar, construyendo sistemas más complejos sobre las habilidades innatas.