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sábado, 10 de agosto de 2013

Los parques de las ciudades salvan vidas


A nadie se le escapa que los parques y jardines que encontramos en nuestras ciudades cumplen una función muy importante. Suponen un refugio de naturaleza entre el asfalto, y nos permiten realizar actividades en un entorno menos árido. Pero según se explica en un artículo reciente, también ofrecen otra ventaja importante: salvan vidas.
En concreto, salvan una vida por cada ciudad y año de media. Evidentemente depende de la cantidad de árboles, de cómo estén distribuídos y del tamaño de la ciudad. Pero, por poner un ejemplo, en una urbe como Nueva York con más de ocho millones de habitantes, ocho personas siguen con vida gracias a la vegetación.
La clave de este asunto está en las llamadas partículas PM2.5, o partículas de 2,5 micrones. Un micrón o micrómetro es una unidad de medida que corresponde a una milésima parte de un milímetro. Para explicarlo de una manera sencilla, serían motas de polvo muy finas que flotan en el aire.

Cada vez que respiramos, absorbemos una cantidad importante de estas sustancias tan pequeñas. El problema está en que son tan diminutas que no contamos con filtros naturales para evitar que entren en nuestro organismo, como sí ocurre con las que son algo más grandes.
Ya desde el momento en que llegan a las vías respiratorias empiezan a provocar problemas. Al ser una sustancia extraña producen inflamaciones en la garganta y la faringe. Pero es en los pulmones donde realmente hacen daño. Afectan a las paredes de estos órganos, taponándolos y dificultando la entrada de oxígeno. Muchas de estas motas de polvo ultrafino llegan a la sangre y desde allí al resto del cuerpo.
Entre otros problemas, provocan inflamación en los pulmones, aumentan el riesgo de arterioesclerosis y enfermedades cardiacas. Evidentemente, no siempre suponen la muerte de la persona. Pero muchas alergias y ataques de asma están relacionados con estas sustancias.
El papel de la vetegación urbana está en retirar parte de estos polvillos tan finos del aire. Las plantas también necesitan “respirar”, absorber aire para realizar su metabolismo. Y cuando el aire está cargado de PM2.5, la planta se defiende de ellos. Su estrategia consiste en aislarlos dentro de sus células, en unos compartimentos que sirven como almacenes de residuos.

Gracias a este proceso, las plantas retiran una cantidad muy importante de contaminantes. La medida en la que lo hacen depende del clima, del tipo de planta y de los cuidados que reciba. Hay una forma de contabilizarlo, que es la que realizaron los autores del estudio. Si tratásemos de hacerlo mediante técnicas industriales – es decir, no naturales – el coste sería de unos 30 millones de dólares anuales para una ciudad como Nueva York. Esta cifra es mucho mayor de lo que cuesta mantener y proteger los espacios verdes de la misma ciudad.
Así que las zonas verdes de las ciudades no sólo nos ofrecen posibilidades de ocio, hacen el paisaje urbano más bonito y reducen los costes energéticos de las ciudades. También tienen un efecto importante en nuestra salud y salvan vidas cada año.

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