¿Cómo alimentaremos a la población mundial en el futuro?
El 30 de octubre de 2011 todos los medios de
comunicación publicaron en sus portadas el anuncio de la ONU de que la
población mundial había alcanzado los 7.000 millones. Un número que por
sí solo es sorprendente si consideramos que hace apenas dos siglos, en
1800, los habitantes de este planeta apenas llegaban a los 1.000
millones. Los grandes adelantos que la revolución industrial ofreció a
nuestra civilización han supuesto un aumento demográfico que hasta el
momento continua.
El mero hecho de recordar que cuando yo nací, a mediados de los años
’70, la población del mundo era de 4.000 millones y que actualmente casi
hemos doblado esa cifra, plantea numerosas incógnitas para los años
venideros.
Junto al súbito crecimiento demográfico de las últimas décadas surgen
nuevos planteamientos en multitud de actividades. Actualmente estamos
viviendo unos duros años de crisis económica, sin embargo, todos los
expertos coinciden en que esta situación no es nada si la comparamos con
las futuras crisis a las que nos enfrentaremos: Crisis sociales, crisis
energéticas muy unidas al próximo pico del petróleo… y por supuesto
crisis en el campo de la alimentación. ¿Cómo alimentar a una población
que aumenta sin parar con unos recursos que, como casi todo en este
planeta, son limitados?
Evidentemente todos estos aspectos se pueden ver como crisis y problemas o podemos considerarlos retos ante los que nos enfrentaremos tarde o temprano y que necesitarán una solución.
Voy a añadir otro dato que sumar a los números que os acabo de dejar: Los cálculos demográficos proyectados para el 2050 indican que necesitaremos aumentar en un 60% la producción actual de alimentos si queremos dar respuesta a las necesidades de la población mundial en ese año (+ de 9.000 millones de habitantes).
Es un objetivo muy exigente y requerirá soluciones innovadoras
porque, como os podréis imaginar, no va a ser posible conseguir un
aumento de producción simplemente haciendo lo que ya hacemos. La
respuesta, si es que conseguimos encontrarla, llegará de la mano de la investigación,
de nuevas técnicas y tecnologías, del máximo aprovechamiento de los
recursos de los que disponemos… en resumen, necesitaremos avanzar en la
ciencia de la agricultura, la alimentación y la producción.
[No te pierdas: Confirmado: El mundo no produce alimentos para todos]
¿Qué soluciones puede aportar la investigación a este reto?
Actualmente no existe una única respuesta a esta pregunta. Si finalmente
podemos hacer frente con garantías al futuro probablemente sea
utilizando, no una, sino diversas innovaciones tecnológicas.
Biotecnología
Si no podemos aumentar las zonas de cultivo tendremos que hacer que
éstas sean más productivas. Conseguir especies y semillas más
resistentes a las plagas o a la sequía, desarrollar técnicas más
eficaces que permitan conseguir más comida en el mismo terreno
cultivado.
Hace unas semanas investigadores estadounidenses publicaron en
Proceedings of the National Academy of Sciences un estudio que podría
servirnos de ejemplo. Desde la Universidad de Riverside en California se
ha desarrollado un compuesto químico que se comporta como una hormona
natural y que ayuda a numerosas plantaciones a hacer frente a la sequía.
Sacar adelante cosechas incluso en las condiciones más adversas será
uno de los puntos clave para el futuro.
Biogenética y transgénicos
Cuando en el siglo XVI la patata llegó a Europa procedente de América
hubo una gran resistencia por parte de la población hacia aquel nuevo
alimento. En aquella época se llegó a acusar a la patata de ser pecado e incluso de ser la causa de todo tipo de plagas e infortunios.
Algo parecido estamos viviendo hoy en día con los alimentos transgénicos.
Son los mismos viejos miedos aplicados a nuevas situaciones que olvidan
sin embargo que nos vamos a enfrentar a situaciones muy difíciles en el
futuro y que las nuevas tecnologías científicas pueden ser de gran
ayuda.
Cuando los científicos desarrollan un transgénico, es decir un OMG (Organismo Modificado Genéticamente)
lo que están haciendo a grandes rasgos es coger un gen que consideran
útil de una especie e insertarlo en otra, consiguiendo así una nueva
cualidad productiva.
La principal ventaja de los transgénicos es que ofrecen una mayor
resistencia a condiciones adversas como plagas, herbicidas o sequías
consiguiendo así más producción de comida con las mismas plantas. No
obstante, las técnicas más avanzadas de modificación genética ofrecen muchas más opciones.
Existe una segunda generación de transgénicos orientada, no solo a
conseguir más producción, sino a obtener mejor producción. Incluso se
están dando los primeros pasos de una tercera generación que además nos
protegerían contra enfermedades en lo que se ha llamado “Molecular Pharming”
Nuevas especies dirigidas a la alimentación
La tecnología de modificación genética no sólo se está desarrollando
para especies vegetales sino que desde hace ya unas décadas está
despuntando en otros tipos de productos, incluidos los animales. La
empresa AquaBounty Technologies es la pionera en campo ya que ha
desarrollado el primer salmón transgénico, al que han llamado AquAdvantage, y que crece el doble de rápido que un salmón normal, pero manteniendo el mismo sabor y calidad.
Otras empresas ya están trabajando en otras especies y productos como las mejoras en productos porcinos o vacunos.
Granjas marinas
El mar es una de las principales fuentes de alimentación mundial que sin embargo estamos explotando a un ritmo desmedido.
Boris Worm, de la Universidad Dalhousie en Canadá nos pone en
antecedentes afirmando que “si seguimos como hasta ahora, dentro de 50
años puede que no quede mucho que recoger del mar”.
Una posible solución podrían ser las granjas marinas, una especie de
grandes piscifactorías acotadas dentro del mar. No todas las especies
son aptas para este tipo de cultivo pero peces como el rodaballo, la
lubina o la dorada están dando buenos resultados ya que “tienen más rendimiento, no tienen que mantener su propio peso y el ratio por proteína producida es mayor”
Son simplemente algunas de las posibilidades que se están
investigando para hacer frente a la pregunta que presentamos en el
título. Aun así, la respuesta al problema no solo debe llegar desde la
ciencia y la tecnología… necesitaremos también soluciones globales que involucren políticas sociales, energéticas y medioambientales para poder tener éxito y desmentir las previsiones de grandes hambrunas que los expertos prevén para las próximas décadas.
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